Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.
Sí señor.
ResponderEliminarBesos
Bonita poesía... me gusta la parte que dice "dejé de oler la mar, dejé de verte" preciosa!
ResponderEliminarBesitos!
Se merece un hueco en mis Fracciones ;)
ResponderEliminarQué preciosidad de poema, me encanta Alberti...
ResponderEliminarTú no te puedes quejar de lo que te ha dado "Roma" ;)
ResponderEliminarPrecioso el poema y precioso el detalle de compartirlo.
Un besazo!
Ohhhh!!!! Unos días psico, otro poesía, todo mezclado con potingues, si señor. Para que luego hablen de que esto del maquillaje es algo superfluo... No tienen ni idea quienes dicen esto. ¡La de cosas que compartimos y aprendemos!
ResponderEliminarUn besazo, guapa y muchas gracias por la poesía de Alberti.
Inma