lunes, 10 de mayo de 2010

Dos cuentos de autenticidad y autoestima...

Ya que la semana pasada le dimos un buen repaso a temas de habilidades sociales, vamos a recordar un poco a la Sra. Autoestima, que ya le va tocando de nuevo.

Entre preocupación/cuidado personal/amor propio por nuestra imagen y problemas de conducta relacionados con llevar este tema al límite hay una frontera que a veces la "gente no potinguera" no diferencia.

Del mismo modo que nos tachan de superficiales e ignoran nuestras mil y una aficiones y capacidades aparte de este mundillo, tampoco saben discernir a veces, hasta qué punto una persona sana es perfectamente capaz de llevar el cuidado por sí misma con naturalidad y sin rayar en lo obsesivo o enfermizo.

El otro día teniendo una de esas-conversaciones-profundas con mi Manolo, a cuenta de un problema con una alumna (que me trae por la calle-de-la-amargura-orientadora, todo sea dicho), se lo comentaba: hay una gran diferencia entre querer verse mejor y obsesionarse por la imagen. Son las dos caras de la moneda, entre una autoestima sana que se esfuerza porque se quiere, y una autoestima enferma que se desprecia, castiga y daña porque no se ama.

En la madurez (y no me refiero a la edad del Teena Lady, ojo, sino a ser ya una "mujer" y no una"adolescente", edad por cierto variable y difícil de discernir en algunos casos, jajaja), la frontera entre "me cuido porque me gusta verme bien" y me "obsesiono hasta terminar peor que empecé" está bastante delimitada (salvo en algunos casos de Hollywood, claro está).

Pero en la adolescencia en absoluto. Es un hilo frágil el que lleva a una niña de una dieta a un trastorno de la alimentación, de un pequeño defecto a un gran complejo. A veces pienso "amo-a-ve yo también tuve mis complejos y los superé, como cualquiera, sin necesidad de gran ayuda terapéutica, por dior!..."

Es verdad (por eso relativizo tanto la psicología y rechazo intervenir cuando lo veo innecesario), pero también es cierto que la cultura de la imagen en que viven inmersas las niñas de ahora no era igual hace 15 años (aunque ya apuntase maneras).

A lo que voy, que estos dos cuentos son irónicos y geniales para reflexionar sobre la frontera o el hilo... A ver si os gustan...


La rana que queria ser una rana auténtica (Augusto Monterroso)

Había una vez una rana que quería ser una Rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello.

Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad. Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.

Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era una Rana auténtica.

Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.

Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena rana, que parecía pollo.   





LA INMOLACIÓN POR LA BELLEZA (MARCO DENEVI)

El erizo era feo y lo sabía. Por eso vivía en sitios apartados, en matorrales sombríos, sin hablar con nadie, siempre solitario y taciturno, siempre triste, él, que en realidad tenía un carácter alegre y gustaba de la compañía de los demás. Sólo se atrevía a salir a altas horas de la noche y, si entonces oía pasos, rápidamente erizaba sus púas y se convertía en bola para ocultar su rubor.

Una vez alguien encontró una esfera híspida, ese tremendo alfiletero. En lugar de rociarlo con agua o arrojarle humo-como aconsejan los libros de zoología-, tomó una sarta de perlas, un racimo de uvas de cristal, piedras preciosas, o quizá falsas, cascabeles, dos o tres lentejuelas, varias luciérnagas, un dije de oro, flores de nácar y de terciopelo, mariposas artificiales, un coral, una pluma y un botón, y los fue enhebrando en cada una de las agujas del Erizo, hasta transformar a aquella criatura desagradable en un animal fabuloso.

Todos acudieron a contemplarlo. Según quien lo mirase, semejaba la corona de un emperador bizantino, un fragmento de la cola del pájaro Roc o, si las luciérnagas se encendían, el fanal de una góndola empavesada para la fiesta del Bucentauro, o, si lo miraba algún envidioso, un bufón.

El Erizo escuchaba las voces, las exclamaciones, los aplausos y lloraba de felicidad. Pero no se atrevía a moverse por temor de que se le desprendiera aquel ropaje milIunanochesco. Así permaneció durante todo el verano cuando llegaron los primeros fríos había muerto de hambre y de sed. Pero seguía hermoso.

Chicas, NI rana, NI erizo... ¡¡mujer imperfecta y feliz!!
¡¡Besos!!




5 comentarios:

  1. me ha encantado el post... y pienso que la gente debería aprender a quererse más, a sacarse partido y a ser feliz con lo que tiene porque muchas veces nos creamos nosotros mismos la infelicidad...

    ResponderEliminar
  2. hay tantas mujeres sin autoestima o con esta por el piso...

    es terrible... entre la presion de las marcas, las revistas, la tele y la gente que nos rodea hay ocassiones en que si no cumplis ciertos canones terminas desmoralizada...

    muy bueno el post y muy lindo el lookete!!

    un beso grande!!

    anitalorileira.blogspot.com

    ResponderEliminar
  3. Los medios de comunicación tienen gran parte de la responsabilidad de que muchas mujeres se miren al espejo con mirada crítica. Soñando ser como otras, no se dan cuenta de su propia belleza.

    ResponderEliminar
  4. Me han gustado los dos cuentos.
    Cierto es que, cuando estás buscando tu identidad, saber quién eres, proyectas en lo que ven los demás, sin pararte a pensar en lo que ves tú.
    Afortunadamente la edad y el sentido común llegan y te das cuenta de que la "oimperfección" es lo que nos hace únicas y bellas.
    Un abrazo, guapa!

    ResponderEliminar